La retinitis pigmentaria es una enfermedad ocular hereditaria que afecta la retina, la capa de tejido sensible a la luz en la parte posterior del ojo. Esta condición se caracteriza por la degeneración progresiva de las células fotorreceptoras en la retina, lo que resulta en la pérdida gradual de la visión periférica y nocturna.
Los síntomas de la retinitis pigmentaria pueden incluir visión nocturna reducida, dificultad para adaptarse a la oscuridad, pérdida gradual de la visión periférica (tunelización visual), sensibilidad a la luz (fotofobia) y, en etapas avanzadas, pérdida de la visión central.
La retinitis pigmentaria es una enfermedad genética y no tiene cura. Sin embargo, existen tratamientos y terapias que pueden ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad y a mejorar la calidad de vida de los pacientes. Estos pueden incluir el uso de dispositivos de ayuda visual, terapia génica en investigación, medicamentos y medidas para preservar la salud ocular general.
Si presentas síntomas de retinitis pigmentaria o tienes antecedentes familiares de la enfermedad, es importante buscar atención oftalmológica para un diagnóstico preciso y un plan de manejo adecuado que pueda ayudar a retrasar la progresión de la enfermedad y maximizar la función visual.